Las ruidosas torturas que acechaban
En aquella ciudad de los muertos.
Yo aquí, el allá, el umbral
Perturbado por su mirada ajena
Y la consciencia se estremece
Al punto inocuo de gritar.
Un niño escondido llora
En una de las calles de esa ciudad,
Sus lágrimas riegan un viento amarillo
Y negro de estremecidas rosas.
Un niño niega la realidad, se hace
Pasar por otro en la soledad de su alma
Y llora…
Un niño que llora porque entiende
Y porque vive
La vida misma
¡Porque vive!