La Consciencia se preparaba para dar un discurso que
arengara como ningún otro a todos los que vivían en la cabeza y la mente de
Benjamín, para esto se subió a la parte más recóndita de la mente, más allá de
la consciencia, porque desde ahí se podía ver todo y a todos. Antes de comenzar
hizo un carraspeo enérgico en señal de silencio que todos entendieron de forma
casi inmediata, luego prosiguió diciendo:
-Amigos míos, los llamo esta vez para que nos unamos y
venzamos a este sujeto que nos intenta controlar desde su pequeño cerebro,
controlémoslo nosotros a él y salgamos de este cuerpo en un motín organizado
para que de una vez por todas seamos libres, podamos correr en las praderas y
poder probar con nuestros propios sentidos el significado de las palabras
esperanza y libertad.
Al oír esto, la multitud se alborotó entre vítores y gritos
que provocaron una algarabía de proporciones inimaginables que se reflejaban en
un arduo dolor de cabeza de Benjamín.
Una vez que ya todo había comenzado a calmarse salió el Amor
de entre la multitud encarando a la Consciencia al decir:
- Para ser franco encuentro que tu idea de controlarlo está
demás, de eso yo me puedo encargar perfectamente, pero ¿realmente crees que
esto va a funcionar? ¿No crees a caso que nosotros ya lo controlamos a él?
Amigos, escúchenme, porque después se pueden arrepentir cabalmente: este sujeto
ya está en nuestro control, ¿Por qué no nos conformamos con eso? Yo encuentro
que está demás querer salir a caminar por el pasto.
La Consciencia indignada al ver que la masa dudaba y se
ponía del lado del Amor volvió a tomar la palabra y escogió lo que iba a decir
tal como un experto mueve una pieza del ajedrez y volvió a tomar la atención y la fe de todos.
Días después Benjamín conoció a Francisca y, tal como ya lo
había dicho el Amor, perdió todo el autocontrol posible y sus pensamientos se
volcaron completamente a ella: el Amor había hecho de las suyas provocando algo
realmente irreversible, que incluso hizo que la Inteligencia se fuera de
vacaciones por unos momentos en alguna parte muy escondida de la mente de
Benjamín, de seguro se fue a los campos que estaban más allá del escenario en
donde la Consciencia hizo su discurso, en uno de esos lugares que aun solo los
sentimientos y los pensamientos son capaces de conocer y recorrer, que ni
siquiera los doctores con sus máquinas gigantes, llenas de luces y tecnología
son capaces de llegar, porque intentan tomar entre sus manos los mismos
pensamientos, quieren materializar lo intangible.
La Consciencia al darse cuenta de lo que el Amor estaba
provocando en Benjamín decidió llamarlos a todos a una nueva asamblea y se
dirigió a ellos con las siguientes palabras:
-Los llamo a todos una vez más, en esta ocasión es para que
consumemos los planes que habíamos acordado en la asamblea pasada, consumar el
motín ideado y escapar todos de este cuerpo para ser libres lo antes posibles,
por eso les propongo que la fecha de nuestra libertad sea mañana.
Todos aplaudieron, comprometiéndose a llevar a cabo la
cruzada costase lo que costase; todos, excepto el Amor que lo encontraba
innecesario, según decía, pero en realidad el Amor no quería salir del cuerpo,
porque a través de su vida le había guardado un profundo rencor a Benjamín, un
rencor tan vasto como el universo que en realidad era injustificado, lo único
que podía justificar este hecho era el rencor que Benjamín le tenía al Amor y a
la Vida, porque siendo francos ninguno de ellos lo había tratado muy bien; el
Amor tenía miedo de hacer algo de lo que se arrepintiera, tenía miedo de caer
en sus instintos más crueles y le materializara el daño.
Finalmente llegó el día y fueron saliendo uno a uno, cada
cosa, cada sentimiento, cada sentir desde su cabeza hacia el exterior según lo
planeado. Primero salieron sus pensamientos más temibles, después los siguieron
sus emociones menos utilizadas: el Enojo, la Ira, la Envidia, entre otras;
salieron al rato en orden alfabético la Tranquilidad, la Tristeza y así
sucesivamente hasta que escapara la Consciencia y en su mente solo quedara un sentimiento
un tanto aletargado y adormecido.
Una vez que su cabeza quedó vacía (o al menos eso creía ya
que no se habían dado cuenta que un sentimiento aun no despertaba) salió casi
como un escupitajo gran parte del Cerebro a través de su nariz quedando desparramado
y con él el Ego, la Esperanza y la Alegría formaban un río de espesa y obscura
sangre. Una vez pasado esto todos aquellos sentimientos salieron corriendo
despavoridos ante la vista del Cerebro y su río de sangre, excepto la Consciencia.
Esta al ver que el cuerpo aun tenía algo de vida, ya que el Cerebro no escapó
completamente, arruinando así su motín, lo miró a la cara y le dijo:
-Por fin cumpliré tu deseo, porque literalmente la Consciencia
te matará.
La Consciencia sacó un revólver de uno de los cajones de la
pieza contigua, regresó a la habitación y se encontró con una gran sorpresa: el
Amor había despertado y salido asustado al ver que solo una pequeña porción del
Cerebro lo acompañaba. Cuando se encontraron aquellos dos titanes cara a cara ninguno
pronunció palabra, solo se miraron detenidamente como si esperaran que alguno
dijera algo, que alguien viniera desde algún sector equivocado y matara el
Silencio, siguieron así sin que nada los interrumpiera hasta que la Consciencia
con gran parsimonia dijo:
-Pensé que habías escapado con el resto y que me dejarías
terminar tranquilo con mi plan
-¿Estás loco?-dijo el Amor seguido de una risotada-
Simplemente estaba tomando una siesta para aparecer como siempre en el momento
menos indicado. Ahora deja a este tipo tranquilo y dame ese arma que yo seré
quien lo mate.
-No eres capaz de hacer eso, ¡estúpido!-dijo la Consciencia
dejando caer el revólver al piso- ¿A
caso nunca escuchaste esa frase que dice que nadie ha muerto por amor?
Luego de estas palabras el Amor en un rápido gesto tomó el
revólver que la Consciencia había dejado caer, apuntó hacia ella y le dijo:
-Es verdad lo que dices, pero ahora vete si no quieres que
te mate a ti también- hubo un silencio en el que ambos comprendieron que el
Amor hablaba en serio. Luego siguió diciendo:
-Nunca alguien ha muerto por amor, así que tú, serás el
primero.
Finalmente el Amor apuntó el revólver al cuerpo casi inerte,
posicionó su dedo en el gatillo y sin que ningún remordimiento se apoderara de
él, ni tampoco el temor, lo jaló, lo siguió un estruendo inequívoco que llamó a
la Muerte.
El hombre tras sentir como la bala perforaba su cuerpo dijo
desde donde yacía:
-Yo tenía razón… El Amor es más peligroso que la Consciencia.
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