"me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en un exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible
- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!"
De Espantapájaros, Oliverio Girondo
Mientras muero en la
tristeza
Y la efímera euforia
de mi visita
A la tienda de
melancolías:
- Deme una, por
favor, una pequeñita,
Nada que no pueda
morir
Al mover mi cabeza
como un gato
Sobre su pecho buscando
Sus latidos mientras
nos
Enredamos
dulcemente.
- ¿Esta le sirve,
caballero?
Eh… caballero, ¿me escucha?
Pienso que, claro,
esa me servía, cómo no iba a servirme…
Pero parece que se
me escapó de las manos.
Esperaba que no, tal
como
Espero no llegar a
amarte.
Espero no llegar a
amarte, por nada del mundo,
Porque si llego a
hacerlo, el odio
Vendrá raudo desde
mi vientre
Mis vocálicas
cuerdas y mi boca
A estrellarse y
reventarse
Sobre tu cuerpo
¿Por qué otra razón
me interesaría
En seguir
enamorándote
Si no tuviera algo
de odio hacia
Su, perdón, TÚ
persona?
¡¿En qué cresta se puede parecer
Haber esperado que
la melancolía
Se acabara pronto y
en que
En un futuro te
puedo llegar a amar?
En que en ambos
casos
Es lógicamente
inminente
Que en algún momento
Los dos se tienen
que
Escapar de mis
manos.
La melancolía ya se
escapó,
Solo queda uno…
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