Biblioteca

He aquí las obras de un tipo
Que escribe poesía sin ser poeta
El cual deja que su mano
Se convierta en un dios
Y su lápiz contenga
La tinta con que se trazan los destinos

Sujeto amante del tacto,
El tono y el tino...

sábado, 30 de marzo de 2013

El crimen perfecto


Eran las tres cuarenta y cinco de la madrugada cuando un insomnio voraz me consumía. Todo se encontraba apagado, desde mi cuarto hasta el patio de la casa. Las calles eran iluminadas por aquellas luces de los postes y las estrellas que jugaban con la luna. Estas se esforzaban por pasar a mi cuarto para visitarme, hasta el punto de lograrlo. Mientras esto sucedía, en un escape fugaz fui al baño y supe que mis padres yacían sobre sus lechos durmiendo.

Al volver a mi cama y sentarme sobre el borde de ella para quitarme las pantuflas, una idea corrió velozmente por mi cabeza. Miré mi abrigo, ese que estaba colgado en el perchero de la puerta, fui hasta él, lo revisé y saqué la cajetilla de cigarros que estaba en el bolsillo interior del lado derecho, la saqué junto con en el encendedor y me dirigí a la ventana, la cual conectaba con la calle. Una vez  ahí, saqué cuidadosamente un cigarrillo, corrí las cortinas y la ventana y comencé a fumarlo de forma tranquila mientras el humo ascendía y una que otra estela se filtraba hasta mi habitación, justo, entre la luz del faro y la de las estrellas, quienes bajaron con la luna.

Como ya estábamos todos adentro los invité a fumar conmigo, compartiendo todos del mismo cigarrillo. Al final, cuando este se consumió les pedí amable y afanosamente que se marcharan, pues el delito ya estaba consumado y lo único que faltaba por hacer era tirar su cadáver lejos, esparcir sus cenizas que estaban mezcladas con mis deseos y una que otra preocupación  (quizás también había alguna duda). Listo esto, ya solo quedaba el final: borrar las evidencias y así terminar de una vez con el delito, con el crimen perfecto.

Ahora el crimen está consumado, las evidencias borradas y solo me espera mi cama como si fuera el lagar de mi insomnio y la tierra fértil de mis pensamientos.