Biblioteca

He aquí las obras de un tipo
Que escribe poesía sin ser poeta
El cual deja que su mano
Se convierta en un dios
Y su lápiz contenga
La tinta con que se trazan los destinos

Sujeto amante del tacto,
El tono y el tino...

viernes, 13 de julio de 2012

Un genio literario se apodera de mis letras


Dedicado a uno de mis novelistas favoritos (por no decir que es el favorito): Gabriel García Márquez


  
En un día como hoy, ya hace bastante tiempo, conocí por allá en Macondo a una mujer única. Una persona que a mi parecer solo pecaba de perfecta, y aunque todos me decían que padecía del mal de amor, siempre hice oídos sordos hasta que ya no pude más, por lo que desistí de la idea de seguir negándolo.

 Aprovechando este espacio para el recuerdo, puedo contarles que vino a mi cabeza aquella etapa tan larga y mortífera de Colombia, donde nació uno de mis más grandes amores: ese fue un amor en los tiempos del cólera.

Lamentablemente, para mí, después de habernos querido como no pudimos querer a nadie, ese amor no fue correspondido durante largo tiempo, y fue precisamente en este periodo, en este puto y preciso periodo, donde supe que el sexo es el consuelo que le queda a uno cuando ya no alcanza el amor; pero no fue todo malo ¡no!, porque también supe que no hay nadie con más sentido práctico, ni picapedreros mas empecinados, ni gerentes más lucidos y peligrosos que los poetas.

Ahora que lo pienso, mi vida ha girado durante mucho tiempo en torno al amor; demasiado tiempo diría. Supe del amor y otros demonios, supe de tormentos, agonías y esperanzas, supe también de romanticismo, supe de maravilla y realidad unidas; por alguna extraña razón quise que la realidad y la maravilla se tomaran de la mano y mostraran un mundo nuevo. Mmm…  ¿Cuándo supe esto? Lo supe a través de largos años. Cien años de soledad para ser más exacto.

Volviendo al inicio… si me preguntan sobre aquella mujer que aun encuentro que peca de perfecta, solo les puedo decir una cosa: el afán de querer olvidarla es mi mayor ímpetu para recordarla; y si me preguntan qué les puedo decir para dejar como enseñanza, bueno, eso es más complejo, pero sin duda alguna les diría que nunca dejen de sonreír, si siquiera cuando estén tristes, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa.

¿Perdón? ¿Qué quién soy yo para decir esto? Pues me presento: mi nombre es Gabriel García Márquez.

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